El domingo es el día que la mayoría (absoluta) de los españoles esperan ansiosos hace meses. En primer lugar el propio Rajoy, que se perfila a todas luces como el nuevo inquilino de la Moncloa; luego, como es lógico, el resto de su formación y, ya por último, los millones de electores que han decidido depositar su confianza en forma de voto en quien fuera ministro de Aznar. El resto constituimos una minoría (absoluta, sí, pero no diría que poco significativa) que teme más y más –si cabe- ese momento a medida que se aproxima.
Rubalcaba, el candidato socialista, ha hablado durante toda la campaña de un programa oculto del PP que Rajoy ha negado hasta la saciedad. Aún ayer, el popular declaraba, asimismo, que no posee esa “varita mágica” que algunos le han atribuido y que, también a mi juicio, sería la única manera de cumplir sus objetivos sin recurrir a medidas y políticas no incluidas en su programa real y que, como dicen los socialistas, responderían a ese hipotético “oculto”.
Rajoy, durante un mitin de campaña. |
Rajoy no va a recortar en servicios públicos. Asegura que la sanidad o la educación en ningún caso se resentirán, que tampoco tocará las pensiones ni existe peligro alguno para los subsidios de desempleo. A mayores, creará miles (o millones, vete tú a saber) de puestos de trabajo (“ya lo hicimos en el 96”, ha repetido) y sacará al país de la crisis. Tampoco debemos tener miedo de que Rajoy tenga que echar mano en el futuro al pretexto de la “herencia envenenada” de Zapatero, pues ha demostrado ser consciente lo que considera como tal desde hace mucho tiempo y eso no le ha impedido adquirir los compromisos de los que hablaba.
Visto lo anterior así, el único motivo para no votarles parece no creerles. Y mucho más después de que De Cospedal pronosticase ayer que surgirán protestas cuando el inminente sucesor de Zapatero anuncie “lo que hay que hacer”. ¿Por qué? Todos queremos que se acabe el paro y que la dichosa crisis pase a la historia sin que nuestro estado del bienestar se vea afectado, y Rajoy nos garantiza todo esto –simplificando: mantiene lo aceptable y elimina lo malo, aunque no nos deje muy claro cómo lo hará y los que no creemos en los milagros seamos algo escépticos-. ¿A qué se refiere entonces? ¿Ni programa oculto ni varita mágica? ¿Seguro? Lo veremos…
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ResponderEliminarjeje, muy buena la foto, pero estás fatal!
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