En un día como hoy, en el que medios y redes sociales se ven
desbordados por un tema protagonista –un debate entre los únicos candidatos con opciones de acceder a la presidencia del gobierno de España- parece que una,
que se interesa por la política y lo comparte a menudo en este blog, se ve casi
en la obligación de escribir aquí sobre ello. Pero lo cierto es que, más allá
de que se ha dado por ganador a Rajoy –que acostumbrado a perder en encuestas,
debates sobre el estado de la Nación, caras a caras electorales y comicios en
sí mismos, ahora se encuentra con todas las victorias juntas de la mano del
fracaso de sus oponentes más que de sus propios méritos-, ayer no vimos casi
nada nuevo, como muchos ya habían pronosticado.
Como aspectos llamativos, me quedo con los nervios de ambos,
la confusión de Rajoy entre Rubalcaba y Zapatero –quizás más intencionada de lo
que pudiera parecer-, su apego a su guión, el conocimiento de uno del programa
ajeno y el desconocimiento aparente del propio por parte del otro y dos frases.
Rajoy dijo algo así como “no soy experto en economía, pero tengo sentido
común”. ¿Será suficiente? Rubalcaba afirmó: “no tengo las soluciones para todo,
pero no me arrugo ante los problemas, al contrario”. ¿Ha sido suficiente hasta
ahora? (Porque sí, Rubalcaba formó parte del gobierno de Zapatero, lo sabíamos,
sr. Rajoy).
El caso es que yo, con mi opinión personal sobre los
candidatos, mi predisposición a decantarme por uno y la imposibilidad total reconocida de que el otro me convenciese de algo, hubiera agradecido ayer
algo que se saliese del guión. No me refiero tanto al propio debate como al
antes, al después y al entremedias, a la sensación de que todo alrededor iba a
ser igual independientemente de lo que hubiera pasado en un cara a cara, por
cierto, con moderador casi ausente. Hablo de medios de comunicación que dan
vencedor al más afín, de contertulios de los que se sabía la valoración que
iban a hacer mucho antes de que abriesen la boca –bien por conocerlos o por
leer el rótulo que indica para quién trabajan- tanto ellos como los protagonistas, de candidatos que se dicen
satisfechos y ponen la mejor de sus sonrisas –aunque aseguran que es la
ciudadanía la que tiene que señalar al ganador-, de representantes de los
respectivos partidos que dicen que el suyo ha ganado por goleada y de tuiteros -y ciudadanos espectadores en general- entre los que me incluyo que sabíamos de antemano que el debate poco iba a
cambiar de nuestra percepción de las cosas.
Entonces, ¿merece la pena el debate? ¿Se habrán convencido
ayer muchos indecisos? Me gustó verlo, no digo que no haya aportado ciertos
aspectos de interés, pero me quedo con la sensación de que el debate es un puro
trámite –bastante caro, por cierto- que responde a un esquema inflexible y una oportunidad en
gran medida desaprovechada. Yo ya sabía cuál iba a ser mi ganador, pero por lo demás, por todo lo dicho, empate a cero.
http://www.larazon.es/uploads/portada/fichero/10000/P001NAC_PRI08112011001_1.pdf
ResponderEliminarjejeje, me encantas! Ya lo sabes, como ya sabes las sensaciones que me produce esa portada, para qué decirlo...
ResponderEliminarhttp://www.cuartopoder.es/telematon/culo-a-culo/1001
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