Dice la vicepresidenta del gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, que a ella le daría vergüenza salir de casa si fuera del PSOE, "si hubiera dejado España así". Hoy mismo, Rajoy ha reconocido que lo que está haciendo "no iba el su programa electoral del PP", pero ha matizado que "no quedaba otro remedio" -al menos se ha ahorrado citar la archiconocida "herencia recibida", sería por aquello de dejarla descansar en domingo- y ha afirmado que "lo menos que podían hacer -en referencia a la oposición- es callarse". Esperanza Aguirre, por su parte, ha acusado al PSOE de "querer ganar en la bronca callejera" tras ser reelegida como presidenta del PP madrileño.
También esta mañana -en las imágenes, la marcha de Vigo-, muchos hemos salido a la calle para manifestarnos contra los recortes en materias tan importantes como sanidad y educación del gobierno al que pertenece Sáenz de Santamaría y que preside Rajoy, del partido del que también Aguirre forma parte. Miles de personas en 50 ciudades españolas, algo que se viene a unir a la huelga general del pasado marzo, sin olvidar lo que está por venir el próximo martes, Primero de Mayo, Día Internacional de los Trabajadores.
Sin entrar a valorar la herencia recibida -porque ya se ha hecho suficientemente y puede que vaya siendo hora de dejar de utilizarla como pretexto para todo-, quizás la vicepresidenta y el resto del ejecutivo deberían pararse a pensar en la España que nos van a dejar ellos. A los que nos preocupa lo que está pasando no nos da ninguna vergüenza salir a la calle. Que sea necesario hacerlo para que no sigamos dando pasos hacia atrás en los derechos más básicos y fundamentales de la sociedad sí debería dársela a quien la tenga.
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