Una de mis debilidades en el mundo del deporte desde hace unos cuantos años tiene nombre y apellidos: Rafael Nadal Parera (Manacor, 1986). Por razones deportivas y, sobre todo, extradeportivas. Hace mucho que parece que está todo dicho de él, y las novedades de los últimos meses no han sido especialmente positivas: acusaciones -infundadas por lo que sabemos- de dopaje, de fraude fiscal y, lo único probado a día de hoy, una sequía de títulos individuales -fue campeón de la Copa Davis 2011 junto al resto de la Armada en diciembre de 2011- de casi un año, desde que se impuso por sexta vez en Roland Garros.
El tenista de Manacor ha ganado Roland Garros, el único Grand Slam disputado en la superficie en que es especialista, en seis ocasiones (2005, 2006, 2007, 2008, 2010 y 2011) |
Esa falta de títulos no implicó malos resultados deportivos, aunque pueda parecerlo en el marco de una trayectoria como la suya. Estuvo en casi todas las finales -un total de siete-, pero también las perdió sin excepción contra un mismo rival: el número uno y hombre casi invencible del circuito masculino de un tiempo a esta parte, Novak Djokovic.
El actual número dos del mundo, con el trofeo logrado ayer. |
En esta octava ocasión, Nadal se impuso cómodamente (6-3, 6-1 en solo una hora y 18 minutos), sin titubeos, como si no fuera Nole el que estuviera enfrente. Pero sí era el serbio. Amplió así Rafa su leyenda al ganar el Masters 1000 de Montecarlo por octava vez consecutiva, y parece que tendrán que pasar unos cuantos años para que alguien pueda igualarle como el mejor tenista de la historia sobre tierra batida -por algo se ha ganado el apodo de The King of the clay, el rey de la arcilla-.
Nadal, con sus siete títulos anteriores de Montecarlo. |
Muchos lo han dado por acabado en multitud de ocasiones, yo misma he dudado en momentos de lesiones y demás. Tampoco estaba convencida de que se fuera a imponer este domingo, dado su gran rival y los precedentes. Pero lo cierto es que el manacorí sigue resurgiendo de sus cenizas y demostrando que tiene mucho que decir sobre la pista, mucho que ganar o, al menos, que dejarse la piel -y sus maltrechas rodillas- para intentar conseguirlo. Y si no lo hace, tanto da: a estas alturas Rafa Nadal ya lo ha demostrado todo... y más. Con 20 títulos de Masters 1000, 10 de Grand Slam y la medalla de Oro en los Juegos de Pekín, los calificativos que se le dedican hoy ya los hemos oído otras mil veces, y cada nuevo título es un extra que lo agranda un poco más cuando ya parecía imposible.
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