domingo, 13 de mayo de 2012

La indignación se impone a la resignación

Aunque no tenía todavía un blog donde contarlo, ya entonces -hace casi un año- el 15-M me produjo sensaciones encontradas. Había buenas ideas, demandas justas y pertinentes y razones más que de sobra para indignarse. Pero quizás también algo de idealismo, desorientación y errores de planteamiento. Además, la sensación general, tras las semanas iniciales y hasta el día de ayer, fue de que aquel movimiento con repercusión mundial, se fue diluyendo con el paso del tiempo para prácticamente quedar en nada.


Primer aniversario del 15-M en Sol en Madrid, 2012
Imagen de Sol, lugar emblemático del 15-M, en la jornada de ayer. Foto: Reuters.

Me lo decía el otro día un estudiante universitario que dudaba de la efectividad de las protestas estudiantiles contra la subida de las tasas: "Isto é coma o 15-M; eu estiven alí hai un ano e xa vemos no que quedou". Ayer, sin embargo, se demostró que el movimiento sigue vivo. Lo más comentado entre los manifestantes era precisamente que hoy tienen si cabe más motivos para indignarse que hace un año.


Indignados en el primer aniversario del 15-M en el Obradoiro
Indignados gallegos en la Praza do Obradoiro de Santiago.
Foto: lavozdegalicia.es

De momento, hay hechos que evidencian que el 15-M, con sus cosas buenas y las que no lo son tanto, no ha quedado en una mera anécdota. Hechos como poner encima de la mesa la dación en pago que algunos bancos ya aceptan, entre otras cuestiones que, sin llegar a concretarse, ya han sido incluidas en la agenda política. Lo que está claro, como leía hoy que comentaba un indignado en la prensa, "en casa, delante de la tele, seguro que no hay futuro". Mejor indignación -pacífica, pese a que la respuesta policial no siempre lo sea- que resignación, siempre.

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