Niños robados, audiencia arañada

Seguí con interés la semana pasada la serie de Telecinco sobre los niños robados, un tema que me ha llamado siempre mucho la atención, por la crueldad e impotencia que tiene que suponer para unos padres que les arrebaten a su hijo haciéndoles creer que ha muerto. Me gustó la serie, me pareció que estaba bien hecha y las propias víctimas se mostraron satisfechas con el resultado en los especiales posteriores. Estos programas, aparentemente, suponían un espacio donde estas personas podían contar sus casos y una plataforma de visibilidad para quienes todavía no han dado con sus familiares y continúan luchando por hacerlo. Hasta aquí todo bien, todo elogiable. Estaba claro que no podía quedar ahí.

Jordi González, a punto de leer en directo el resultado del estudio
 de ADN realizado a dos mujeres con posibilidades de ser madre e hija. Me
pareció tan surrealista que lo fotografié en la propia tele.

Porque otra cosa ha sido lo de hace unos minutos. El canal, que al parecer ha tenido muy buenos resultados de audiencia tanto con la serie como con otros especiales dedicados a este drama, no ha renunciado, como era esperable, a seguir explotando un asunto que le puede dar beneficios. No deja de ser normal, pero me parece exagerado hacerlo hasta el punto de desvelar en directo los resultados de las pruebas de ADN a los que se sometieron una hija que buscaba a su madre y una progenitora que lo investigaba a la inversa y que revelaban si la relación era recíproca entre ambas o no. Llevaban 40 años tratando de localizarse.

Con las dos mujeres temblando de los nervios y angustiadas, hicieron el paripé de enfocar a una azafata caminando por los pasillos de la cadena con el sobre que daba respuesta a la incógnita en sus manos. Y una vez llegó al plató... publicidad. No acabó ahí la cosa, sino que cuando el presentador procedía a la lectura del contenido del sobre, hizo un ademán negativo para dar a entender que el resultado no era el que ambas esperaban, frivolizando así con la cuestión. Y, mientras ellas murmuraban, de nuevo angustiadas, que se iban a encontrar un "no" por respuesta ("¡Ay, no!", exclamaban), Jordi González prolongó la espera -como si de Mercedes Milá anunciando una expulsión de Gran Hermano se tratara- para acabar revelando que sí había parentesco entre ellas. Me pregunto a mayores: ¿Y si hubiera dado negativo? Pues nos habrían enseñado sus lágrimas de desconsuelo y, para ellos, casi mejor. Con tal de arañar audiencia... Es el peaje que hay que pagar en Telecinco a cambio de que desarrollen una labor social positiva como sigue siendo la de dar voz a esta gente.

Las protagonistas, mientras el presentador amagaba con decirles
que el resultado de su análisis era negativo.

Hace mucho que debería haber perdido la capacidad de sorprenderme cuando hablamos de la cadena de Vasile, pero me resisto. Parece imposible encontrar en su parrilla un programa hecho simplemente con la lógica finalidad de agradar al público pero sin recurrir al morbo y a la telebasura (véase el nuevo especial que dedicarán al crimen de Asunta Basterra). Con contadas excepciones, son su seña de identidad. Pensé que el trabajo de investigación realizado con respecto a este tema era una de esas excepciones que se salvaban. No pudo ser.

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