jueves, 28 de marzo de 2013

El señor de Balaídos

El señor de Balaídos es un hombre que ya tiene sus años de existencia y de domingos de fútbol, y se nota Es uno, pero en realidad son muchos reales que voy a retratar concentrados en una sola persona ficticia (mi singular en primera persona tampoco soy yo sola).

Suele llegar no demasiados minutos antes del pitido inicial y parece que me mira con extrañeza cuando me dejo la voz cantando el himno como una posesa -sobre todo desde que bajan la megafonía (*Ver vídeo al final del post)- o cuando animo casi en solitario en Gol durante los partidos. También se marcha incluso antes del 90 -el descuento nunca lo vive completo en su asiento, ahí no hay excepción- con independencia de que el marcador en ese momento suponga o no que el partido esté sentenciado. Y así se perdió más de un gol, tanto para la victoria como para la derrota.


Imagen de la grada de Gol durante el partido Celta-Real Madrid.

Entremedias, suelta mucho los míticos "pero que malos sodes", "non chupes tanto", "¿que fai?". Y rebautiza a los jugadores: "o coreano" (quién no se ha referido a Park así), "o do chicho" (Pranjic). Nunca parece contento, hasta el punto de que se da el fenómeno extraño de que no se inmuta demasiado cuando hay un gol a favor. Yeso que siempre lleva su bufanda celtista al cuello.

Se queja de todo -también del árbitro, ojo; y de los cambios, claro-, amagó con cambiarse de sitio porque tener los baños nuevos detrás no le convence. Pero ahí lo ves jornada tras jornada en su lugar de siempre -menos cuando el partido es muy de noche, él mismo lo dijo, en esos casos hace demasiado frío-. A veces te pide periódicos para limpiar su asiento y le buscas alguna hoja, aunque en realidad lo que tú estabas haciendo con ese diario era leerlo... 

El señor de Balaídos a veces es un poco despistado -"¿que pitou?", nos pasa a todos-. Y a veces le echo una mano, "¿pero quen é o que saíu?", "pois a min paréceme que aquel é Roberto Lago". Durante el calentamiento intenta reconocerlos para saber quiénes van a ser los titulares, y yo, que normalmente ya vi la alineación en Twitter, en ocasiones le confirmo la presencia o no de algún jugador en el once.


En la parte inferior, cabezas de algunos "señores de Balaídos".

No entiende mucho a los jóvenes aficionados, sobre todo sus cánticos contra el eterno rival (al que, obviamente, llama "o Coruña"). Y a veces se lleva a su mujer: -"Se marcan eles, temos que meter nós dous goles", le explicaba a su señora en la eliminatoria de Copa ante el Almería. -"Ai, logho estamos fastidiados", respondía ella minutos antes de que el equipo vigués certificase su pase de ronda.

El señor de Balaídos tardó semanas en saludarme desde el inicio de la temporada. Pero en el partido del Madrid lo hizo por fin. Es una persona a la que a veces te darían ganas de pedirle que se calle, pero que en el fondo es entrañable y que, como decía al principio, se merece respeto por sus años de vida, pero también de celtismo. Es un aficionado de los de antes, diría yo, no necesariamente mejor ni peor. Y a veces pienso que mi abuelo Antonio, que fue socio durante años hasta que sufrió un infarto cuando yo tenía cuatro -vivió dos décadas más, pero nunca quiso volver al campo, porque padeciendo del corazón eran demasiadas emociones y mi abuela también se oponía; nunca logré convencerle de ir un día juntos-, quizás era parecido a ese señor, a alguno de ellos, en algunas de estas cosas. Seguro que sí.


*Himno del Celta a capella, Celta-Real Madrid:


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