La habitual paradoja de ganar y no gobernar se volvió a dar en los comicios celebrados ayer. Y con más de una sorpresa. Le ha ocurrido al PP en la comunidad donde se las prometía felices, con la mayoría absoluta en la mano según todas las encuestas tras 30 años de gobiernos de izquierdas. Y le ha sucedido también al PSOE, que gana en Asturias y suma un escaño respecto a la cita electoral de mayo, pero que ve como la esperable unión de PP y Foro Asturias posibilitaría una mayoría de gobierno de derechas.
Diego Valderas (IU), Javier Arenas (PP) y José Antonio Griñán (PSOE), tras conoserse los resultados de los comicios. |
En Andalucía saltó la sorpresa. El desgaste socialista es innegable y evidente -pesan tres décadas de gobierno, la era Zapatero y, claro está, el caso de los ERE-, pero también menor de lo esperado, lo que previsiblamente permitirá a Griñán continuar al frente de la Junta de la mano de IU. De ahí que la cara de vencedor se reflejara anoche en la del vencido, y viceversa. Al PP pueden haberle pasado factura las primeras medidas de Rajoy -la diferencia con el PSOE ha pasado de nueve puntos en las pasadas generales a uno solo en estas-, ese debate en Canal Sur a cuya participación renunció Arenas o la tradición histórica de la izquierda en la comunidad -cabe recordar el trasvase de votos que se intuye del PSOE a Izquierda Unida, que pasa de cinco a doce escaños-, pero lo cierto es que, habiendo ganado las elecciones, el rostro de Arenas era el de perdedor de los cuartos comicios autonómicos andaluces a los que concurría. Por mucho que, a su lado, una sonriente y pletórica Fátima Báñez -ministra de Empleo- se permitiera incluso dar botes.
Jesús Iglesias (IU), Francisco Álvarez Cascos (Foro), Javier Fernández (PSOE), Mercedes 'Chelines' Fernández (PP) e Ignacio Prendes (UPyD), la noche electoral. |
El caso asturiano es, si cabe, más complejo. Admito que no acabo de entender demasiado lo ocurrido. Cascos se inclinó por un adelanto electoral sin precedentes ante la imposibilidad de aprobar los presupuestos, algo que achacó a una especie de complot por parte de PSOE y PP. Desconozco si lo que esperaba era alcanzar una mayoría absoluta que le proporcionase la independencia suficiente para no tener que contar, otra vez, con el apoyo de su antigua formación. La realidad es que ha estado lejos de lograrlo, pues ha perdido tres escaños y sus opciones de gobierno pasan por el PP, un pacto que se da por hecho. Para volver a este punto, ¿no se podrían haber evitado estas elecciones?
Una reflexión aparte me merecen los datos de participación, que ha descendido 10 puntos en Andalucía y 11 en Asturias. En el Principado se buscó un motivo casi irrisorio en el "cambio horario" -¿no tendrá la explicación algo más que ver esto?-. Pues, como ocurre con el análisis de los resultados en sí mismos -donde todos ganan de una manera u otra, como siempre-, quizás cabría ir un poco más allá. Lo sé: demasiado pedir.
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