Perdiendo hasta las formas

Tras los fiascos de las últimas ediciones, de la mano de Rodolfo Chikilicuatre, Soraya, Daniel Diges o Lucía Pérez, este año le llega el turno a una cantante más o menos consagrada, Pastora Soler, para representar a España en el Festival de la Canción de Eurovisión. Este acontecimiento ya decadente desde hace años, que en España volvió a despertar a principios de la década pasada de la mano del exitoso reality Operación Triunfo, vuelve a vivir sus momentos más bajos.

Daniel Diges, Rodolfo Chikilicuatre y Lucía Pérez,
durante sus respectivas actuaciones en Eurovisión.

Pese a ello, TVE organizó en los últimos años distintos programas para escoger a su representante -objetivo con el que nació el propio OT, pero que se frustró para tal fin cuando Telecinco compró el formato- que despertaron cierta expectación. Pero también tuvieron consecuencias como que se tomara no demasiado en serio el tema y se presentasen candidatos algo cuestionables y de dudosa profesionalidad -aunque los más divertidos, al mismo tiempo-.

Pastora Soler representará a España en Eurovisión 2012.

En todo caso, se trataba de que el público participara en la elección para hacerla así "más democrática". Ahora, coincidiendo con el relevo gubernamental en España y en vísperas del próxima cambio en su cúpula, TVE sorprende volviendo al sistema anterior a Operación Triunfo -y que ya recuperó fugazmente en 2006  con Las Ketchup-: nombrar a dedo. Lo hace prácticamente sin previo aviso y en una fecha muy anterior a aquella en la que solía ser habitual la designación del candidato.

El tema es que Eurovisión es tan decadente, como decía, que a los españoles nos debería dar exactamente igual quién y cómo se escoja a quien nos vaya a representar. Otra cosa es que, por una cuestión de formalismos, no queda especialmente bonito. Y es que tras perder el interés, la calidad o la seriedad -si es que alguna vez tuvo algo de todo esto-, el festival, por la parte que le toca a España, parece haber perdido hasta las formas.