Belén Esteban y la culpa de todos

Mal que nos pese, todos sabemos quién es Belén Esteban. Tiene que ser muy complicado encontrar a un ciudadano español que no conozca a esta señora o señorita que incluso ha traspasado fronteras. Saltó a la fama por haber tenido una hija con quien entonces era un matador archiconocido y, lo que es peor, a partir de ahí, ha seguido viviendo indirectamente de eso. Lo último es que, recién reincorporada a la televisión y habiendo reconocido una adicción a las drogas que era un secreto a voces, la llamada Princesa del Pueblo ha publicado un libro autobiográfico.

¿Dónde estaría Belén Esteban de no haber tenido una cría con Jesulín de Ubrique?
Donde las ex de Paquirrín que no son Jessica Bueno, de las que nadie  recuerda ni el
 nombre. El que el intérprete de Toda, toda, toda pasara ampliamente de la pequeña contribuyó
a dar más relevancia al personaje de su ex. Y hasta el día de hoy, con una autobiografía en el mercado.

La publicación del libro no es algo que me sorprenda. Es más, lo raro es que quien la rodea no le hubiera convencido antes teniendo en cuenta (aunque suene muy bestia lo que voy a escribir) que con la vida que llevaba, si lo retrasaban mucho igual ya era tarde. Y había que explotar el filón, claro. Un filón que ya ha dado mucho de sí en estos primeros días tras la publicación, con colas enormes para que la ex de Jesulín firme su obra, prologada por un Boris Izaguirre que parece ser que también ha escrito el libro, ayudado o como lo quieran llamar (viendo sus tuits, Dios nos libre de que lo hubiera escrito sola).

Boris Izaguirre y Esteban, en la presentación del libro. A la derecha, 

colas para la firma de ejemplares el pasado sábado.

Cuando supimos del asunto, alguien cercano a mí comentó que no creía que fuera a tener éxito, que la gente, incluso aunque le guste el personaje, no está para gastar en algo así con la crisis que hay. Pero la verdad es que yo recordaba el éxito del libro de Jorge Javier Vázquez y me inclinaba a pensar que iba a ser más de lo mismo. Porque aunque sean perfiles diferentes, a día de hoy se dirigen y gustan a la misma gente. Y, efectivamente, los dos han logrado una gran acogida.

He visto muchos tuits reveladores al respecto. Y muchos chistes (Belén Esteban siempre ha dado mucho de sí, recordemos el famoso de que la cara nueva le duraría cuatro rayitas como la batería del móvil). Pero una reflexión que resume muy bien lo que pienso yo la recogía este:

Horas de colas para q Belen Esteban firme libros. Y ahora explicale a tu hijo lo del esfuerzo, el trabajo y todas esas cosas.
— Norberto Javier (@norberto_javier) noviembre 23, 2013

(*Belén, *explícale)

Belén Esteban, como sus compañeros de programa, llama "trabajar" a sentarse en un plató, hablar (o de su propia vida o de cosas sobre las que no tiene nada que aportar, aun tratándose de cotilleos o asuntos banales) y hasta comer, si se tercia. Y a pegar gritos y acuñar frases para la posteridad como "por mi hija ma-to", "ni que fuera yo Bin Laden" o la del pollo. Seguramente no es mala gente, y la culpa es de quien la coloca ahí y le hace creerse lo que no es. Empezando por la gran Ana Rosa Quintana, que casi presume de haberle dado su primera oportunidad televisiva. Y terminando por la audiencia y quienes hacen esas colas.

Esteban regresó la pasada semana a El programa de
Ana Rosa, donde trabajaba antes de fichar por Sálvame.
La muy ingenua dijo, cuando iba a presentar una biografía,
lo siguiente: "No quiero vender más mi vida privada".

Pero, a lo que iba, en relación con el tuit: Belén Esteban gana cifras astronómicas (casi cualquiera lo sería teniendo en cuenta lo que hace). Y no roba como algunos políticos o como Campanario, que diría ella, cierto. Pero tampoco hace nada digno de reconocimiento, ni económico ni popular. Y no va esto de que no tenga estudios ni nada de eso, va de que no desempeña un trabajo que requiera un esfuerzo, que tenga un valor y que merezca, al menos un poco, la recompensa de la que disfruta. Ya nos sabemos lo de la generación perdida, el paro y demás, en lo que no voy a profundizar porque está claro por dónde voy.

De lo que no tengo dudas es de que la culpa no es ni de ella, ni de quien le paga lo que le paga, ni de la audiencia, ni de quien compra el libro ni mía. No es de nadie en exclusiva y es un poco, o un mucho, de todos. Y aquello de "así nos va" viene muy al caso. Yo antes creía que escribir un libro no era algo que pudiera hacer cualquiera. También lo creía de algunas otras cosas. Me equivocaba.