Siempre he defendido que frases como aquella de que uno recoge lo que siembra las desmiente la vida un día sí y otro también. Creo haberlo vivido en carne propia, pero también se lo he visto vivir (o sufrir) a muchas otras personas. Un caso mediático de estos días es el de Iker Casillas. Porque uno puede ser madridista, detestar al equipo blanco o sentir indiferencia hacia él, y lo mismo con el propio futbolista, pero cualquiera en una valoración objetiva debe reconocer que el portero es un jugador histórico al que el conjunto blanco tiene mucho que agradecer y que no merecía la despedida que le ha brindado su club de toda la vida, el mismo que tantas veces había presumido de tener en sus filas al mejor portero del mundo y de que, además, era un canterano que llevaba allí desde niño.
¿A quién no le ha producido tristeza esa imagen de Iker solo ante la prensa y llorando en su despedida? Bien, supongo que a sus detractores, a los seguidores del eterno rival, etc. etc. El problema es que el adiós de Casillas tomó unos tintes que si nos dicen que había sido orquestado por los enemigos del muchacho todo hubiera sido mucho más comprensible. Resulta que detrás de eso estaba el propio Real Madrid, contra el que incluso los progenitores del protagonista de esta historia han arremetido en la persona del presidente.
Esta mañana, ya con Florentino al lado, a una le daba por pensar que quizás la terrible imagen de soledad era mejor que escuchar las palabras y sufrir la actitud siempre hipócrita y complaciente frente a la cámara de ese personaje. "Casillas se va porque él así lo ha querido". Ya te había matado y ahora te remato. Suerte que allí había aficionados agradecidos para apoyar a quien fue un ídolo y dirigirle al presidente del Real Madrid gritos de "Florentino, dimisión".
No sé cómo es Casillas en realidad -¿de qué famoso lo sabemos por mucho que creamos conocerle?-. He oído decir que es un vago, también que le ha movido el dinero en las negociaciones para marcharse al Oporto (lógico, por otra parte, no va a ser encima de burro, apaleado). No me tiene esa pinta, pero eso da igual. El caso es que siempre ha sido una persona respetuosa, que no ha protagonizado ninguna salida de tono -no que yo recuerde, al menos- y que ha sido generoso incluso con quien no lo merecía. "Si ha habido alguna discrepancia, lo siento", quiso también decir el que un día fue héroe de una afición madridista que en parte parece haber olvidado esos capítulos de la historia. Independientemente de cómo sea en las distancias cortas, es innegable que, al margen de lo deportivo -clave- también ha sido una gran imagen para su ya antiguo club.
No soy madridista, ni ikerista o casillista (¿?), ni siquiera especialmente aficionada de la selección española por la que tanto ha hecho este hombre también. Pero lo que le han hecho no me parece justo. Y es una pena. Porque una frase hecha o refrán que sí comparto es aquello de que es de bien nacidos ser agradecidos. Ojalá no lo olvidáramos tan a menudo.
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