Al principio de los tiempos, cuando también yo era una niña de la infancia, empecé a leer los libros de Manolito Gafotas. Luego lo vi en un par de películas y hasta en una serie de televisión; pero de esas solo me queda la inevitable asociación de Cata a Adriana Ozores. Porque nada comparable a las carcajadas que en mí, la pequeña de mi familia, pero también en el resto de los miembros, provocaban tanto aquellos libros como las conversaciones radiofónicas de su protagonista -cuya creadora, Elvira Lindo, le prestaba también la voz- con Fernando Delgado en el A vivir que son dos días de la Cadena SER.
Ha pasado mucho tiempo de aquello, pero yo siempre tuve presente que, igual que eso de hablar en tercera persona lo había inventado El Imbécil con su "el nene quiere..." -y no Aída Nízar-, lo del "mundo mundial" era una creación de Manolito. Así lo reivindica él en su regreso, Mejor Manolo, con el que me he vuelto a reír como a los diez años. Y me ha devuelto a la memoria las collejas de Cata, los peluquines de Bernabé y la terraza de aluminio visto donde duerme el abuelo Nicolás. Como si todos aquellos libros (Manolito Gafotas, Pobre Manolito, ¡Cómo molo!, Los trapos sucios, Manolito on the road, Yo y el imbécil, Manolito tiene un secreto) los hubiera acabado de leer anteayer.
Manolito fue llevado dos veces a la gran pantalla (Manolito Gafotas, de Miguel Albaladejo, en 1999; ¡Mola ser jefe!, de Joan Potau, 2001) y una a la pequeña, de la mano de Antonio Mercero, en 2004. |
Lo que sí acabé ayer, al día siguiente de tenerlas en mi mano, fue la lectura de las nuevas aventuras del de las gafas, donde me reencontré con la Luisa, el Orejones López, Yihad o Susana Bragas Sucias. Además, supe de la llegada -anunciada en su momento- de una nueva hermana, la Chirli (porque es una niña prodigio como Shirley Temple) que ha hecho que El Imbécil pase a ser "secundario de lujo" y el propio Manolito "un actor de carácter" -el feo- dentro de la familia García Moreno, que sigue residiendo en Carabanchel (Alto) y que no es, ni mucho menos, ajena a la crisis. Ahora, aparte de las letras del camión Manolo, también deben por el secarral donde probablemente nunca disfrutarán del apartamento que soñaron tener y son testigos de manifestaciones de funcionarios y de huelgas en el cole por los recortes.
Manolito suspira hoy por un móvil mientras su hermano utiliza el nombre de su abuelo en las redes sociales y va ganando seguidores a base de reproducir las perlas del anciano. Tiene una cuenta en Bankia y se resiste a un noviazgo formal con Melody Martínez. Ahora, acorde también con los tiempos, las cosas son rarunas, el protagonista la lía parda y en casa suena Alejandro, de Lady Gaga -nuevo mito del Orejones-, en la voz de la Chirli, que canta en su inglés particular y de la que sus hermanos sospechan que fue intercambiada con la verdadera niña García Moreno, que ahora vivirá en el barrio de Salamanca. Una de tantas cosas que científicos de todo el mundo deberían estudiar.
Nos encontramos también a un Manolito que, a sus doce años, prefiere que le llamen Manolo; que tiene que cuidar a su abuelo y cubrirle para que sus padres no se enteren de sus despistes; que ya le explica a su hermano en diez minutos los secretos del proceso reproductivo que la sita Asunción lleva cuatro años contándole a él en clase y que habla en pasado de cuando era "un niño inocente". Pero, al fin y al cabo, sigue siendo el de siempre, que en vez de contar las cosas las denuncia y nos pone en "antecedentes penales". Y una se queda con ganas de más. Por eso tengo que decir que, aunque eché de menos a Óscar Mayer y a Jessica la ex-gorda, leer Mejor Manolo fue una auténtica delicia. ¡Y que me caiga muerta ahora mismo si miento!
Ilustraciones del libro correspondientes a la Chirli, nueva miembro de la
familia, y el secarral donde los García moreno iban a tener un apartamento.
Todas son, de nuevo, obra de Emilio Uberuaga.
Todas son, de nuevo, obra de Emilio Uberuaga.
Nos encontramos también a un Manolito que, a sus doce años, prefiere que le llamen Manolo; que tiene que cuidar a su abuelo y cubrirle para que sus padres no se enteren de sus despistes; que ya le explica a su hermano en diez minutos los secretos del proceso reproductivo que la sita Asunción lleva cuatro años contándole a él en clase y que habla en pasado de cuando era "un niño inocente". Pero, al fin y al cabo, sigue siendo el de siempre, que en vez de contar las cosas las denuncia y nos pone en "antecedentes penales". Y una se queda con ganas de más. Por eso tengo que decir que, aunque eché de menos a Óscar Mayer y a Jessica la ex-gorda, leer Mejor Manolo fue una auténtica delicia. ¡Y que me caiga muerta ahora mismo si miento!
jajajaja qué buen texto!
ResponderEliminar:-)
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