Hay un asunto de actualidad en las últimas semanas del que no me había animado a escribir todavía precisamente porque me cuesta formarme una opinión, por más que leo sobre el tema y les escucho a ambos: el enfrentamiento entre Alfredo Pérez Rubalcaba y Carme Chacón por la Secretaría General del Partido Socialista.
Así las cosas, pienso lo mismo que al principio: no me convence ninguno de los dos -me recuerdan a Trinidad Jiménez y Tomás Gómez, tanto despliegue para nada o casi nada- y hubiera preferido un tercero. Ese tercero -pienso en alguien joven, con nuevas ideas y poco conocido, como en su día lo fue Zapatero- lo tendría muy complicado para ser rival para Rajoy en el 2015, pero, ¿más que Chacón y Rubalcaba? Lo dudo.
Chacón y Rubalcaba, durante la campaña de las generales. |
El ex ministro ya tuvo la oportunidad de medirse al ahora presidente, y me sorprendió -especialmente teniendo en cuenta que, según algunos, estaba ahí para hacerle un favor a su partido y poner cara a una derrota segura- con un empeño y entusiasmo que, pese a todo, no solo no consiguieron obrar el auténtico milagro de evitar la derrota socialista, sino que tampoco lograron que no fuera la peor de la historia de su formación. Le pesaba su vinculación a Zapatero, un problema que también arrastra una Chacón que, además, no me transmite tanta consistencia política como su oponente. No los veo idóneos para ese "cambio" del que tanto hablan, al menos a ojos de un electorado defraudado por un gobierno al que pertenecieron.
Los candidatos, en el comité federal de mayo. |
Y todo este proceso se ha traducido en especulaciones sobre quién apoya a cada uno -que si Felipe con Rubalcaba, de la Vega con Chacón, el secretario general de tal comunidad, el alcalde de tal otra ciudad, que si fulanito no se pronuncia...-, división dentro del propio partido e incluso declaraciones cruzadas no siempre en el mejor tono. Mientras, he oído decir a algún popular que se sentará a negociar con el PSOE cuando este determine "un interlocutor válido". Porque todo esto ha hecho que, a día de hoy, mientras el PP sube impuestos, deshace lo hecho -ley del aborto, Educación para la Ciudadanía...- y Rajoy prácticamente pronostica una huelga general, el PSOE no acaba de tener una cara con la que hacer una oposición firme. Aunque es importante resolver esta cuestión interna cuanto antes, da la sensación de que hay más oposición entre un bando y otro dentro del propio partido que oposición común socialista hacia fuera, hacia el gobierno.
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