domingo, 30 de agosto de 2015

El despropósito hecho hospital

Hace ahora cinco años, cuando estaba de prácticas, me tocó cubrir una manifestación en contra del nuevo hospital de Vigo, que entonces se estaba empezando a construir y que pocas semanas atrás ha abierto sus puertas para empezar a funcionar progresivamente. Aquella protesta fue una de muchas, la mejor muestra de que el proyecto comenzó con mal pie desde el primer momento, con una fuerte oposición que encabezan buena parte de los profesionales sanitarios implicados.





El método de financiación -un modelo híbrido con parte pública y parte privada- fue el primer punto de fricción. Después han venido otros muchos problemas que han culminado esta semana con una plaga de roedores en el centro, que ya ha recibido sus primeros pacientes. Circulan por la red diferentes vídeos e instantáneas tanto de los propios animales como de lo que han destrozado a su paso por el hospital. Porque sí, hablamos, repito, de un hospital.




Esta semana se ha tenido que frenar el traslado de pacientes -cambiando así las previsiones iniciales-, la llamada "fase crítica", debido a los resultados de los controles microbiológicos, que han hecho temer la propagación de infecciones. En la última visita de la conselleira de Sanidade, Rocío Mosquera, a las instalaciones, se repitieron las protestas de los facultativos y demás trabajadores, muy descontentos con la manera en que se están desarrollando las cosas en el Álvaro Cunqueiro.


Al lado de lo anterior, parece que queda en un plano secundario, pero otro de los grandes problemas que han aparecido en estos inicios del hospital los constituyen los abusivos precios que deben abonar los pacientes, que se hacen especialmente cuesta arriba para aquellos que deben recibir tratamiento de manera habitual en la clínica de Beade. Es el más caro de todos los hospitales gallegos.

Nada de esto ha sido suficiente para que se produzcan dimisiones. ¡Faltaría más!

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