Como siempre de un tiempo a esta parte, me pongo rápido y sin muchas ganas a escribir por aquí. Pero lo hago sobre un tema al que en su día le dediqué bastante atención por lo mucho que siempre ha llamado la mía. Me refiero al culebrón de la natación sincronizada que empezó años atrás con el escándalo de Anna Tarrés y que ha vuelto a la palestra al no conseguir el conjunto español la clasificación para Río.
De entrada, no me gusta Anna Tarrés. Es un juicio como todo el que se hace de personas que no conoces -y teniendo en cuenta que nos nos equivocamos, o yo por lo menos, también con gente a la que sí creemos conocer-, pero desde luego no me transmite buenas sensaciones por su manera de expresarse y por algunas de las acusaciones que se le hicieron sobre cómo trataba a las chicas y que en cierto modo reconoció. Nunca me las transmitió y hoy parecía por sus declaraciones estar frotándose las manos al ver cómo la debacle de la sincro española se ha ido acentuando desde que prescindieron de sus servicios.
No sé si su marcha tiene o no que ver. En los deportes hay generaciones, cambia la gente y el nivel no se puede mantener eternamente. O eso imagino. No creo que Mengual tuviera que haber vuelto en plan salvadora -su papel había pasado a estar en el cuerpo técnico tras su retirada, recordemos-. Ya vendrán otras buenas nadadoras si tienen que venir y, si no, el relevo es igualmente necesario. Y lo cierto es que con ella me pasa como con Tarrés, no me gusta un pelo. Así que a la hora de posicionarme en un lado u otro no me puedo dejar llevar por simpatías porque ninguna de las dos me las producen.
Lo que está claro es que los problemas en ese equipo vienen muy de atrás. Y que parece que se hace lo que Mengual diga. Aún me acuerdo de Paola Tirados, su compañera en dúo antes de Andrea Fuentes, que desapareció sin hacer ruido. Hasta que lo hizo cuando explotó la polémica. Ahora le ha tocado también a otra ex de la selección Thais Enríquez, que ha puesto de manifiesto que cuatro de las medallistas de Londres dejaron el equipo un año después de la entrada del nuevo cuerpo técnico y que Tarrés y sus ayudantes están triunfando en otros lugares. Que saben cómo sacar partido a las deportistas parece que está claro; que los métodos sean los adecuados es lo que múltiples nadadoras pusieron en duda.
Tristeza, indignación, rabia, impotencia... Me faltan adjetivos y me sobran razones. pic.twitter.com/IUd5ucYUJ1— Thaïs Henríquez (@thaishenriquezt) 7 de marzo de 2016
Total, como siempre en estos casos, nunca sabremos cuál es la verdad. Y como en la mayoría de los casos, seguramente todos tengan parte de razón. Y mucha culpa al no reconocer los aciertos de la parte contraria. Pero también creo que no hay que cebarse con las nadadoras que se han quedado sin sueño olímpico. Irá Mengual, que ya estaba retirada, y no sus compañeras que, con mayor o menor fortuna, con mejor o peor cuerpo técnico, llevaban años luchando para estar en Río.
No todas las medallas son de oro y plata, la que yo me llevo es un puzzle de ocho piezas. Mi medalla sois vosotras pic.twitter.com/5bBzMvh3dw— Clara Basiana (@clarabasiana) 7 de marzo de 2016
A mi Tarrés me cae fatal. Desde la forma de expresarse que comentas hasta lo que dice. Ayer mismo seguía hablando de que unas chicas tan jóvenes como estas tienen que renunciar a su vida por un deporte de élite. No lo comparto. No veo el mundo así. Menos cuando ves la vida que llevan, por ejemplo, los futbolistas. Las personas y las más jóvenss especialmente, peecisan de familia, de entorno social, de vida propia… Los equipos que rinden son los que se apoyan, los que encuentran amparo y respaldo emocional, algo que, por lo que derivo de la polémica, no parecía muy presente en el exitoso trabajo de Tarrés.
ResponderEliminarComo dicen muchos deportistas, los niños nos siguen. Quiero decir, hay que tener en cuenta los valores que transmitimos. El del esfuerzo es más que defendible, el de dar la vida por cosas que no merecen la pena, no lo veo tanto.
Por cierto, hay otro papel lamentable en esta historia, el del periodismo deportivo. Algunas entrevistas a Tarrés (era un gran momento para estarse callada, pero esa elegancia le queda muy lejos) han sido algo más que tendenciosas. La de Marca fue horrible, pero la de Onda Cero… esa fue para enmarcar.