Tenía ganas ayer de ver el regreso de Salvados -no era muy consciente de que no estaba en emisión últimamente no había estado pendiente los domingos- porque sabiendo la manera exhaustiva en la que abordan los temas me interesaba especialmente la visión que pudieran ofrecer de la violencia machista. Es un asunto del que hemos oído hablar mucho y que, al menos a mí, me cuesta entender que no solo siga existiendo, sino que vaya a más.
Y no me defraudé el programa. Escuhamos a una juez, a una víctima, a un maltratador, a un psicólogo... Y el testimonio para mí fundamental, el de la educadora de la que nadie se imagina lo que esconde: ella también sufrió esta lacra en primera persona. Con permiso de los demás testimonios, me quedo con el de esta persona, Marina Marroquí, con su manera de hacer ver las cosas a los jóvenes con los que trabaja y con el ejemplo que ella misma constituye de eso que hemos oído muchas veces y que también ayer se repitió: no hay un perfil de víctima de ese delito.
Hubo muchas frases lapidarias que recogí en mi Twitter según las iba escuchando, cada cual más estremecedora. Pero lo mejor es ver el programa y el objeto de este post no es otro que recomendarlo.
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