Jornada de reflexión

En la jornada reservada para tal fin, yo también voy a reflexionar. Lo voy a hacer, valga la redundancia, sobre esa figura que tenemos entre el último día de campaña electoral y la fecha prevista para pasar por las urnas: la jornada de reflexión.

Podía haber escogido cualquier foto de campaña para ilustrar este
post, pero esta de la ya conocida como "niña de Soraya" es genial.

Siempre me ha llamado mucho la atención que se tenga que habilitar dicha jornada. ¿Realmente alguien se sienta el sábado a hacer balance de toda la información que le ha llegado por parte de los candidatos y toma una decisión en base a eso? Vale, puede entenderse solo como una manera de hablar, pero entonces, ¿por qué no poder pedir el voto hasta le mismo momento de introducirlo en la urna? Me parece una chorrada.

Por otro lado, la campaña en sí misma también tiene un componente que no me convence. De repente nos saturan de mítines y de promesas. Nos reparten propaganda, nos mandan cartas a casa y vemos las caras de los candidatos -convenientemente arregladas con Photoshop- por nuestras calles, mientras escuchamos también sus melodías por las megafonías de los coches de campaña. Así, todo junto. ¿A alguien le gusta la campaña y consigue que no le sature? ¿Es necesario que se prolongue tanto en el tiempo? Porque a mí, al menos, se me hace eterna.

Sin embargo, porque no todo va a ser quejarme, sí me gusta la jornada electoral: ejercer mi derecho al voto (lo que implica volver al colegio donde estudié) y la emoción de estar pendiente de los resultados. Quien necesite esta jornada de víspera para decidir el voto, que la aproveche. Pero jornadas de reflexión quizás deberíamos tener todos muchas sin necesidad de darles ese nombre.