domingo, 29 de enero de 2012

Uniformados... y uniformes

En un paseo en hora punta por mi calle me cruzo hasta tres uniformes de colegio distintos: que si  Jesuítas, Calasancias, San José de la Guía… Esos niños, por una parte. Por otra, otros a los que no puedo identificar, de los varios colegios e institutos públicos de la zona.

¿Para qué sirve el uniforme? Los que lo defienden dicen que para que todos los niños sean "iguales", para que no se discrimine a nadie por su apariencia y, de paso, para reducir el gasto en ropa. Con esto último puedo estar de acuerdo, pero digo también, ¿no es mejor que cada uno vaya como quiera o pueda y se enseñe a los niños a respetar a todo el mundo? ¿No se meterán igual, por mucho que vaya uniformado, con el que lleve gafas, aparato en los dientes, tenga las orejas grandes, con el que se pase de estudioso y con el que se quede corto?


Uniformes en colegios privados


Para mí, el uniforme es una seña de identidad, en el mal sentido: “Que sepa todo el mundo que voy a X colegio”. No por parte de los niños mientras son pequeños, claro, pero sí de algunos padres y, sobre todo, de los propios colegios. Es un elemento elitista.

Últimamente parece que el uniforme comienza a instaurarse en algunos centros públicos. Siguen sin convencerme. Ahorro en ropa, vale (relativo, que hay fines de semana y vacaciones frecuentes, aparte de que tengo entendido que baratos tampoco son), pero ahorro también en variedad, en diferenciación, en personalidad. Lo dice la palabra: llevan “uniforme” y eso consigue convertirlos, de lunes a viernes, en personas de apariencia prácticamente uniforme.

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