domingo, 11 de agosto de 2013

El pionero del celtismo incondicional

Hoy voy a hacer algo poco habitual, que es compartir aquí un texto que no fue escrito expresamente para el blog, sino para La Voz de Galicia. Coincidiendo con el 90º aniversario del Celta, que se celebra este mes (unos dicen que el día 10, otros que el 23, ¡qué más da!), tuve la oportunidad de hablar un buen rato con el socio número uno del Celta, don Basilio Ferreiro, un hombre de 96 años (cumple 97 el próximo día 20) con el oído y la vista mermados, pero con una cabeza, un sentido del humor y un sentimiento celtista prodigiosos. Un verdadero placer. Esta es la versión original extendida, la que me vi obligada a recortar por aquello de las maquetas:





Basilio Ferreiro (1916) presume de tener más años que el Celta y, por tanto, de haber sido testigo de los 90 que cumple ya el equipo vigués. Dice haber perdido memoria, pero lo cierto es que al socio número 1, desde su primer recuerdo del equipo hasta hoy, no le baila ni una fecha.

Se abonó el 1 de julio de 1939. “Cogí el celtismo cuando me licencié. Estaba lejos, en el Frente, y se me vino eso a la memoria de una manera que al día siguiente de volver ya fui”, recuerda. Ya había sido socio infantil, y con doce años, en 1928, presenció el primer partido en un Balaídos que se reducía a “montículos de tierra y unas gradas”. “Contra el Real Unión de Irún, muy importante entonces. Ganó el Celta”, rememora.

Ferreiro ha sido socio de todas las gradas y ha vivido de todo en el estadio. Desde las mojaduras por falta de cubiertas –“a un amigo se le encogió el traje tres cuartas en un partido”, dice- hasta una ocasión en que los aficionados lanzaron monedas y mecheros a un “árbitro anticeltista” provocando la suspensión del partido. Pasando por las gestas de las clasificaciones para la UEFA en 1971 y en los 90. “El mejor momento fue cuando se pudo jugar en Europa la primera vez, contra un equipo inglés que nos pegó bien, aquí y allá. Luego vino la época de los jugadores buenos y el equipo fue arriba. Recuerdo que aquí al Benfica le metieron 7-0 y fue una gran ilusión”, dice.

No han faltado los sinsabores. “Hubo una época que me preguntaba: ‘¿Cómo puede ser tanto subir y bajar, subir y bajar? Me incomodé y estuve un año sin ir. A las nietas les dije que me iba a dar de baja, pero en 74 años no me lo planteé nunca, recalca. El hecho de que su familia siga su tradición celtista es uno de sus mayores orgullos. Presume de que su nieta y “secretaria”, Ana, pertenece a Comando Celta, peña de la que él es miembro de honor. “Deben de ser muy ricos, porque no me quieren cobrar”, bromea. Además, tiene un bisnieto al que hicieron socio al nacer.



Basilio Ferreiro, primer socio del Celta de Vigo
Basilio, junto a su nieta y otros integrantes de Comando Celta.


Ferreiro dejó de ir a Balaídos hace un par de años, aunque asiste a un par de partidos por temporada. “Me falla la vista y el oído, pero estoy al tanto siempre. Lo veo por la tele, con mi mujer, y comentamos las jugadas”, dice. Cuando es posible, en casa; cuando no, en los bares. La gente me quiere mucho, me paran y me preguntan si soy el socio número uno. No sé cuántos se habrán sacado fotos conmigo, comenta. Logró ese honor, no sin esfuerzo, el año de la llegada de Mouriño. “Tuve que pelear mucho, escribí una carta a Horario Gómez, incluso, porque los números de los socios fallecidos se los dieron a sus hijos cuando yo tenía que ser ya el primero. Cuando llegó don Carlos lo comenté en la Oficina de Abonados y a la semana me llamaron para darme la sorpresa.  Fue una alegría enorme”, recuerda.

Hace dos años fue homenajeado e hizo el saque de honor, que le supuso “una gran emoción”. “Yo creo que el árbitro tenía prisa, porque no me dejó hacerlo desde el centro, comenta divertido. Ese día le dieron sus camisetas con el número uno, “una de verano y otra de invierno”. Nunca antes había tenido una, ni bufandas. “Antes no se llevaba eso. Es precioso lo que hacen ahora con ellas antes del partido, cómo anima la gente y que tengan todos ropa del Celta con los tiempos que corren”, apunta sorprendido.

Basilio ha visto cómo ha cambiado en fútbol en nueve décadas. “Antes era matarse para marcar. Ahora se trabaja más la defensa para no dejarlos entrar”, compara. Y ha visto a multitud de jugadores. “Me acuerdo de Milo, Polo, Armesto, Machicha, Nolete… Y, más recientes, Karpin –su preferido-, Gustavo, Michel Muchos, dice. Siente debilidad por Iago Aspas desde el día que le conoció, y le dijo que la camiseta con la que le obsequió era la que “con mayor gusto” regalaba. No se olvida de Oubiña, “un gran capitán”. Y recuerda con cariño cómo Sergio o Rafinha tuvieron que agacharse para fotografiarse con él. “Son tan altos…”


Basilio y Rafinha Alcántara. Cuando habla de él, al socio
número uno del Celta se le escapa llamarle Mazinho (su padre).


En la presentación de Alcántara se convirtió en el segundo protagonista. “Me dio por ir y estaba fuera cansado. El portero no me dejaba entrar, hasta que vino don Carlos (Mouriño), le dije que me quería sentar y me llevó a donde los periodistas”, recuerda. Allí lució su carnet, del que no se separa nunca. También conserva algunos antiguos; otros, pueden verse en el Museo del Celta, al que realizó multitud de donaciones.

Asegura Basilio –aunque su esposa no está de acuerdo- que no se enfada cuando el Celta pierde. “Un poco de rabia da, sobre todo en Balaídos…”, admite. Se sabe el himno, pero le tiene especial cariño a la Rianxeira. “Había una época en que con el 1-0 no, pero en cuanto metían el 2-0 ya nos poníamos a cantarla. Una vez vino un tenor a cantarla y aquello resonaba”, recuerda.

A Basilio nunca le dio por jugar al fútbol. “Bueno, una vez, con ocho años. Nos metieron diez y no volví”, cuenta. Pero su mujer, Elvira, lo tiene claro: “Ahora que ya no está Aspas, te podían fichar a ti, que por el Celta, lo que sea.





Relacionado:


*Actualización, 26 de febrero de 2015: Ayer falleció Don Basilio.
Reproduzco el texto que se publica a modo de obituario en La Voz de Galicia de hoy:

El celtismo despide a su mejor fichaje 

El celtismo perdió ayer a uno de sus grandes referentes. No defendió sobre el césped 
la camiseta del equipo, no se sentó su el banquillo ni tampoco formó parte de su directiva. 
Pero a Basilio Ferreiro, Don Basilio, el socio número uno, no le hizo falta nada de eso para convertirse en un ídolo, en el modelo a seguir para miles de aficionados que componían junto
 a él un todo, el de la afición celeste, del que nadie más formaba parte desde el inicio.

Porque Basilio, nacido en 1916, presumía de tener más años que el propio club y de haber vivido
 de cerca cada momento de sus 91 años de historia. Buenos y malos. Hace año y medio, comentaba a La Voz que su memoria ya no era la de antes. Sin embargo, en cuanto comenzaba a hablar, nada parecía indicar tal cosa. Narraba con nitidez todo tipo de anécdotas, desde la inauguración del estadio hasta los años del Eurocelta, pasando por los descensos que le tuvieron un año sin pisar Balaídos —pese a seguir siendo abonado— o las alegrías recientes de ascenso y permanencia.

Basilio inculcó su pasión a su familia. Hablaba con orgullo de su nieta Ana, su «secretaria», por mediación de la cual se había convertido en socio de honor de  Comando Celta. No era mucho de camisetas ni bufandas, decía, pero a posar con la de su peña siempre estaba dispuesto.

Hacía ya unos tres años que había dejado de acudir al estadio, aunque seguía cada partido por televisión y había regresado para hacer el saque de honor en mayo del 2012. Hablaba maravillas de «Don Carlos» (Mouriño), el presidente que le había reconocido el derecho a ser número uno. El mismo que le dio un lugar privilegiado en la sala de prensa de Balaídos durante la presentación de Rafinha, en la que se plantó tras escaparse sin avisar a los suyos del lugar al que se dirigía. 

Ayer, el club le rindió también una emocionada despedida, igual que hicieron a través de la red numerosos celtistas, los mismos que le sacaban una sonrisa cuando le pedían fotografiarse juntos. También los jugadores, como Sergio u Oubiña, de los que contaba divertido que «tenían que agacharse, son tan altos...». El Celta lo calificó de «celtista entusiasta y persona admirable», así como ejemplo de «fidelidad». 

Basilio Ferreiro era un celtista incondicional, un fichaje de lujo que llegó al equipo sin hacer ruido, que nunca dio patadas a un balón y a quien hoy la afición despide por la puerta grande.

4 comentarios:

  1. No sé si existe un emoticono para mostrar emoción, yo me lo invento:


    :')

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  2. Tengo la suerte de disfrutar con cualquier reportaje que haga, pero la verdad es que este fue (y será siempre) especial :)

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  3. Me dicen a mí que tiene 96 años y no me lo creo.Se le ve mayor,pero ni mucho menos tanto.
    Espero que le duren la salud y la buena memoria el mayor tiempo posible.


    Por cierto,quién es la señora que se coló en la primera foto?

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  4. Jeje, es "su señora". Cuando empezamos, estaba sentada a su lado (es en su casa) y le dije si me oía o me acercaba más. Y me dijo, "te oigo, y no te acerques que esta mi señora delante". Sencillamente genial!

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