domingo, 4 de marzo de 2012

No es mi televisión pública

Hoy me sorprendió ver en la apertura del Telediario la noticia de la reaparición de un torero que sufrió  meses atrás una grave cogida. Seguramente es una consecuencia indirecta del cambio del reglamento de TVE en relación al mundo taurino con la llegada del PP al poder: se ha levantado la prohibición de emitir corridas. Y aunque seguirá sin hacerse, debido a la falta de fondos para adquirir los derechos, el cambio de tendencia es evidente, y cierto es que, al contrario de lo que he criticado otras veces del partido de gobierno, había sido anunciado e incluso lo habían intentado estando en la oposición.

Pero la afición y defensa de los toros es de esas cosas que no logro ni acercarme a comprender. Siempre dije que el que muere en una plaza de toros, como el que lo hace en un encierro de San Fermín y similares, sabe a lo que se expone y nadie le obliga a ello. Sin eso signifique que les desee ningún mal, no me puede dar la misma pena que el que pierde la vida víctima de una enfermedad o que alguien a quien atropellan, por poner algunos ejemplos. Lo siento.


Retransmisión de corridas de todos en TVE
Equipo técnico de RTVE en la retransmisión de una corrida de toros.


En el primer caso se puede rebatir que así se gana la vida, cierto, pero existen otras profesiones que requieren la misma preparación –o menos, que no dudo del esfuerzo de los toreros para enfrentarse al animal- y que no implican el sufrimiento de un ser vivo. Si alguien tiene “vocación” de dedicarse a esto es porque se le habrá inculcado, por lo que la solución estaría en cortarlo de raíz. Pero no se puede: es arte, es nuestra “fiesta nacional”.

Habrá mucho "arte" en los pases o movimientos de los toreros, pero si estos se encaminan a hacer sufrir a un animal hasta acabar matándolo, no creo que estas prácticas merezcan tal denominación. He oído decir a alguno de ellos que “aman” al toro. Pues sigo sin alcanzar a entenderlo, no me explico cómo alguien puede disfrutar de algo así, me chirría que a los matadores -término mucho más clarificador- se les llame "maestros" y, por todo esto, tampoco puedo compartir su difusión en la televisión pública. No es mi fiesta nacional, y la que lo promueve tampoco puede ser un medio con el que me identifique: no es mi televisión pública.

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